Apuntes desde la esquina, 11 de enero, 2025
VENEZUELA
El dictador Nicolás Maduro a pesar de haber hurtado los resultados de la última elección presidencial venezolana apoyado por las fuerzas militares que lo sostienen en el poder, fue investido como presidente reelecto de Venezuela. Su desfachatez en afirmar victoria es la comúnmente asumida por esos que proclaman servir a su pueblo mientras desconocen, encarcelan y persiguen a sus rivales, civiles y opositores políticos, y que utilizan las estructuras manipuladas de su desgobierno para chantajear con dádivas a la masa popular y forzarla a servir sus malsanos designios.
El autócrata Maduro ha ignorado todas las críticas, y reclamos de los gobiernos latinoamericanos protestando su desconocimiento del verdadero resultado electoral. Incluso el brasileño Lula Da Silva, un presidente de izquierda (entre otros) solicitó al dictador que demostrara públicamente su triunfo presentando las actas de votación que según él lo llevaron a un "apretado triunfo". Su negativa a complacer esa solicitud claramente sugiere la imposibilidad para sustentar el resultado que defiende y una intención de burlar la voluntad del pueblo venezolano, que nuevamente demostró en las urnas que no lo quiere en el poder público. ¿Como apoyar al pueblo venezolano?
Las alternativas existentes, sanciones económicas y rupturas de relaciones diplomáticas, dudo que alteren la actual realidad política en Venezuela. Mientras las fuerzas armadas de ese país apoyen al desgobierno de Nicolás Maduro este jamás abandonará voluntariamente su posición.
Para empezar, todos debemos reconocer como ganador de las elecciones al candidato Edmundo González Urrutia y solicitar a organizaciones como la O.N.U. que claramente reconozcan su victoria y manifiesten su repudio al régimen dictatorial de Maduro. Aunque estos pasos tampoco necesariamente se traducirían en el reconocimiento por el absolutista Maduro del triunfo de la oposición en Venezuela, al menos indicaría que una gran parte de la comunidad internacional se opone al desconocimiento de genuinos resultados electorales, sin que importen geografías o posiciones políticas o ideológicas. El principio de la democracia se vería así fortalecido mundialmente.
Que quede claro, no sugiero ni apoyo intervenciones armadas contra Venezuela, aunque para muchos esa resulte la única real opción con la cual derribarlo del poder. Corresponde a cada pueblo asumir su responsabilidad cívica y enfrentar continua y masivamente a quienes lo despojan de futuro y de respeto. Hay más población en Venezuela entera que miembros del ejército, quienes de paso, también tienen familias que están sufriendo las consecuencias de tener en el poder a un charlatán que se hace pasar por adalid de las causas populares.
Y no es solo en Venezuela donde vemos charlatanes en el poder. En pocos días asumirá la presidencia de Estados Unidos uno de los seres menos calificados en el mundo para dirigir un gobierno, aunque haya sido libremente electo en un proceso público y democrático. La única garantía para evitar en ese país una dictadura como la de Maduro radica en la continuidad del tradicional respeto demostrado por sus instituciones armadas hacia la Constitución Nacional, la ley y el pacífico ejercicio de los derechos humanos y cívicos de sus habitantes. Esa particular cualidad, el respeto a la institucionalidad y a la separación de los poderes que componen a una administración pública, son lo que en mi opinión necesita despertar dentro de las fuerzas armadas venezolanas para así evitar el tipo de dictadura que existe en su país, disfrazada de falsa solidaridad social y que impide el desarrollo del enorme potencial humano y natural de nuestra hermana Venezuela.
JAMES "JIMMY" CARTER
Se ha mudado "al otro barrio" uno de los presidentes seguramente más decentes que ha producido el sistema político de Estados Unidos, y me atrevo a considerar, de todo el mundo.
"Jimmy" Carter demostró durante sus cuatro años como mandatario, un interés verdadero por la situación de sus conciudadanos y con el estado del mundo. Su decencia en reconocer la injusta condición de colonia a la que nos sometía en Panamá la división jurisdiccional causada por la ocupación norteamericana del territorio nacional en la llamada "Zona del Canal", inspiró a su gobierno a la negociación bipartita que permitió a Panamá recobrar su total jurisdicción sobre el área de la zona, por entonces bajo control norteamericano y con eso establecer su plena soberanía sobre todo el territorio nacional (en 1999 Panamá se concretó la administración individual de su legítimo recurso, el Canal de Panamá).
Luego de su salida del poder, "Jimmy" Carter dedicó sus esfuerzos desde 1984, junto a su también maravillosa esposa Rosalynn, para ayudar a otros a mejorar su situación personal y familiar, como miembro del grupo "Habitat for Humanity". Tal solidaridad espiritual demuestra y comprueba la calidad moral y humana de ese gran ser humano que fue y es el presidente James Carter.
Lo conocí durante el período de mi candidatura a presidente de Panamá por el Movimiento Papa Egoró y aún recuerdo su afecto y sus palabras alentándome a continuar participando en el proceso político: "Yo perdí la primera vez que me presenté como Gobernador de Georgia", me dijo. "No dejes de tratar". Espero que lo haya satisfecho el que muchos como yo continuamos tratando de enfrentar las corrupciones que él denunció y a las que jamás sucumbió.
"God Speed" presidente Carter. ¡El mundo está en deuda con usted, su recuerdo y ejemplo continuarán al servicio de las generaciones futuras!
SOBRE LAS NUEVAS PROVOCACIONES DE TRUMP
En Panamá, las recientes declaraciones de Donald Trump de pronto han hecho reflexionar a sus admiradores, ocultos o públicos, sobre si él es o no un ser racional.
No entiendo cómo es posible que alguien haya dado crédito anteriormente a una persona con tal concentración de elementos de personalidad e inteligencia negativos, algo ampliamente demostrado en los últimos ocho años.
Trump ha probado públicamente ser un narcisista absoluto, que es una persona inculta, un mitómano, un sociópata, un admirador de dictadores y del resurgimiento global del autoritarismo, y además, como si estos defectos no fuesen suficientes para inhabilitarlo como funcionario público, sumemos la reciente sentencia que lo condena por fraude empresarial y lo convierte en el primer ex-presidente estadounidense condenado por un delito grave y también como convicto en espera de la condena que lo encontró culpable por abuso sexual.
Donald Trump es una absoluta negación de cualquier ideal al que podamos aspirar para convertirnos en mejores seres humanos. Su reciente desatino, amenazar con la utilización de la fuerza militar de Estados Unidos para invadir a Panamá y apropiarse de nuestro Canal, es otro ejemplo de su total ausencia de escrúpulos al utilizar al escándalo como medio para distraer la atención de su país y así evitar la concentración en los problemas reales que experimentan sus ciudadanos. A la vez que busca satisfacer su narcisismo proyectándose como un "hombre fuerte" estilo Putin, que tanto admira su innata inseguridad, sus desplantes satisfacen las aspiraciones de la derecha extrema, norteamericana e internacional, que sueña con recobrar el control de las sociedades del mundo a través de la imposición forzosa de ideas y prejuicios basados en color de piel, religión y cultura. Es algo que ya hemos visto antes (Adolf Hitler) y que sin embargo parece ser aún incomprendido por muchos en su nueva manifestación o reencarnación.
No creo que las amenazas de Trump se concreten en hechos, a menos que se sienta amenazado por temas internos que afecten su ego.
Imagino que aún existen personas dentro de los círculos de poder en Estados Unidos capaces de actuar como contrapartes a sus malintencionados desatinos, aunque admito que he sido sorprendido antes y que me he equivocado al asumir que alguien como Trump jamás sería electo presidente, y mucho menos reelecto. Y es que también existen los que utilizan a Trump para desarrollar sus propias agendas antisociales y celebran sus delirios.
Panamá debe esperar lo mejor y prepararse para lo peor. Trump nunca ha considerado el bienestar de los demás, solo el suyo. Y ese tipo de sociopatía, desprovista de empatía y de escrúpulos morales, abre la posibilidad al tipo de actos imposibles de visualizar o predecir para los que vivimos en democracia y respetamos sus normativas sociales, que garantizan al presente la continuidad de nuestra organización civil.
Con sus absurdos anuncios sobre anexar a Estados Unidos el territorio de Groenlandia y Canadá, y de arrebatarle el Canal a Panamá, Trump juega para sentirse como uno de los gobernantes autoritarios que tanto admira, una diversión peligrosa creadora de caos, inseguridad mundial y que induce a otros a considerar seriamente medidas para protección de sus intereses nacionales y los de sus habitantes.
Volvemos a las divisiones y enfrentamientos globales que asumimos superados.
Ahora, en vez de una mano saludando al que acaba de llegar, regresamos al tiempo de las murallas y la desconfianza.
Otra vez, en todas partes, veo levantarse las barricadas.
Rubén Blades
11 de enero, 2025
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