El 9 de Enero
Veintiocho años atrás, compañeros del "Papa Egoró" nos reunimos en mi hogar ubicado en San Felipe, ciudad de Panamá, para redactar un comunicado conmemorando un aniversario más de la gesta del 9 de Enero de 1964. Esa noche lo escribimos, corregimos y lo enviamos a ser publicado.
A nombre de Raul, Roberto, Ricardo, Luis, Tato, Guillermo y en el mío propio, reproduzco el resultado y reiteramos nuestro eterno agradecimiento a los Mártires de Enero, y a sus familias, por su aporte a la dignidad nacional.
Rubén Blades.
9 de enero, 2024
Comunicado
En Panamá vivimos en las casas donde mueren nuestros padres.
Desde sus cuartos eternizamos ciclos nacionales de llegadas y partidas, de alegrías y tristezas, de esperanzas y desilusiones. Una Nación no se hace en un día. Es el resultado del trabajo colectivo y la entrega; de los sueños y el amor compartido por generaciones de hombres y mujeres que encuentran, en su identidad de
grupo, la fuerza y la voluntad para desarrollarse como seres humanos, unidos por un propósito común.
Dentro de ese contexto, nada muere en nuestra Patria.
Ni la memoria, ni las consecuencias, ni las responsabilidades que resultan de una colección de momentos
trascendentales que se constituyen en parcela irrevocable de nuestras actitudes y valores, individual y
colectivamente.
Una parte importante de nuestros recuerdos como colectividad nacional se encuentra indisolublemente ligada a
nuestros complejos nexos con los Estados Unidos de Norteamérica. Trasciende a clases y preferencias individuales y no puede ser soslayada. En esta relación- históricamente signada por la desigualdad- los Estados Unidos han excedido continua y arbitrariamente los limites de lo que pudo haber sido una relación de equidad.
En el espejo del tiempo, una dolorosa estela de vidas panameñas, futuros truncados y oportunidades desaprovechadas reflejan más de un siglo de arrogancia e irresuelto a nuestra condición nacional.
En el caso especialmente conmovedor de la gesta de Enero de 1964, nuestras memorias de vida y muerte adquieren una proyección nacional y se derraman a lo largo y ancho de nuestra amada tierra, reafirmando el viejo adagio: un país que no rinde tributo a sus muertos, tampoco festeja el valor de su existencia.
En la desinteresada defensa de la soberanía nacional por mártires como Ascanio Arosemena y en la inolvidable y colectiva reacción de una ciudadanía que se enfrentó - con la verdad en sus manos- a la metralla del ejército de los Estados Unidos los días 9, 10 y 11 de Enero de 1964, Panamá recobro para siempre un sendero de identidad y dignidad que reunió memorias y habitantes en cada cuarto del país.
El 9 de Enero de 1964 representa para muchos panameños el nacimiento de una verdadera conciencia patria, al hacernos protagonistas colectivos de una lucha que aun no termina: la defensa de la bandera, como símbolo de nuestro derecho a ser panameños en nuestra tierra, completamente, sin interrupciones que laceren la dignidad nacional.
Hoy, las memorias del 20 de Diciembre de 1989 se agregan a las de Enero del '64, tragedia nacional sin precedentes, en términos de víctimas y de trauma nacional. Las particulares características del drama de la invasión del '89 dividieron, y aún separan, a sectores importantes de nuestra República.
Sin embargo, permanece clara y vital la necesidad de que el sacrificio de tantas vidas no haya sido en vano.
Nuestros muertos siguen siendo panameños y hay que respetarlos y honrarlos, sin distancias ni titubeos.
Hoy Panamá amanece en la cama de sus muertos.
Nacionalmente, el 9 de Enero eterniza la idea de una Nación digna y libre, comprometida con la noción de una sociedad donde vivos y muertos conforman, indiscriminadamente, raíz y superficie de nuestra realidad espiritual y física. La tarea de la defensa de esa sustancia que nos determina, continua.
Desde nuestros cuartos, donde vida y muerte prosiguen su ciclo inexorable, hagamos un paréntesis y recordemos a nuestros mártires. Solo así renovamos el compromiso ineludible que su sacrificio ha depositado en nuestros corazones y en nuestra Madre Tierra, para siempre.
[En el video, una de mis primeras canciones, ¨El 9 de Enero¨. Escrita en 1965; Bush y sus Magníficos, una orquesta de salsa panameña, la grabó en 1967. Cantada por Tony Bermúdez y en los soneos Marcos Barraza.]