Guatemala
Hemos estado muy atentos, con angustia y dolor, a los recientes acontecimientos producidos por la erupción del "Volcán de Fuego" en Guatemala. Aunque los actos de la naturaleza resultan generalmente impredecibles, en esta ocasión la magnitud del desastre podría haber sido menor, si hubieran funcionado correctamente las medidas de seguridad instaladas para informar de una inminente actividad volcánica en el área afectada. Independientemente de lo que haya fallado con las alarmas, debe considerarse un error básico el permitir asentamientos humanos en lugares identificados como áreas de peligro, especialmente las cercanas a volcanes no extintos. Tarde o temprano la naturaleza seguirá su curso y no existe una medida segura cuando se trata de fenómenos naturales. Lo único seguro es vivir lejos de las áreas peligrosas.
Hasta ahora van 109 personas fallecidas y quién sabe cuántas mas desaparecidas. El flujo piroclástico (tormenta de rocas ígneas) provenientes del volcán, parece ser el mayor responsable por la pérdida de vidas en San Miguel de los Lotes y las áreas aledañas al volcán. Algo similar ocurrió en Pompeya por la erupción del Vesubio, hace 2,500 años, donde miles de personas sucumbieron por los gases tóxicos y la tormenta de fuego. La diferencia del comportamiento del Volcán Kilauela en Hawái versus el de Guatemala: las erupciones del volcán de Hawái no son explosivas y por lo tanto no producen flujo piroclástico. Por esa razón no produjo pérdida de vidas y su efecto se concentró mas en la destrucción de la infra-estructura al paso del río de lava.
En Guatemala, a una semana de la catástrofe aún continúa la actividad de rescate y los sobresaltos. Nos unimos a los Guatemaltecos en este momento difícil y enviamos nuestras oraciones a todos los afectados.
Rubén Blades
9 de junio, 2018