Mohammad Alí
Hay personas que se hacen famosas por la capacidad de su talento. Raras son las figuras, locales o internacionales, que aparte de ser consideradas las mejores en sus respectivos ramos se distingan por aportes que van mas allá de su área profesional. Muhammad Alí es uno de estos ejemplos.
Considerado uno de los mejores pugilistas de todos los tiempos, fue además un vocero incansable en la lucha contra la discriminación racial, asumiendo los riesgos que su opinión le produjo, como en el caso de su negativa a enlistarse a pelear en Vietnam por considerar que era una guerra injusta.
Públicamente expuso con honestidad sus argumentos sobre la situación en los Estados Unidos y el mundo, a pesar de saber que las consecuencias por hacerlo le resultarían perjudiciales (fue despojado de su titulo de campeón) y, en general, asumió las consecuencias de sus actos y pensamientos manteniendo su honor y su integridad, resistiendo presiones y acciones de todo tipo en su contra.
A pesar de las tormentas sociales, insultos, ataques y calumnias de las que fue objeto una buena parte de su vida, por su cambio de nombre (Cassius Clay a Muhammad Alí) y su adopción del Islam como religión, mantuvo su ecuanimidad y nunca reacciono con violencia.
Como siempre ocurre, el tiempo se encargó de demostrar cuan correcta fue su posición y cuan valeroso su carácter.
Muchas veces he escrito que la muerte comienza por el olvido, que por eso hay gente que será inmortal.
Muhammad Alí, valiente exponente de la parresia (parrhesia), se une a un selecto grupo de vidas sin fecha de expiración, cuyos ejemplos sirven para alentar e impulsar a nuestro espíritu frente a las mayores dificultades.
Otro irreemplazable se nos muda al otro barrio.
Para Alí, nuestro respeto y admiración y a sus familiares y seres queridos, nuestro pésame.
Rubén Blades
4 de Junio, 2016