Declaración Pública
Deseo hacer una declaración pública que, aparte de necesaria, me complace y satisface, por varias razones que comprenderán fácilmente una vez que terminen de leer esta nota.
Hace un par de años, el joven Joseph Verne declaró públicamente que existía una posibilidad de que yo, Rubén Blades, fuese su padre natural. Ya en alguna otra ocasión anterior se me había abordado acerca del tema, pero nunca le di crédito alguno.
En mayo del 2013, sin embargo, un familiar mío accedió a realizarse una prueba de ADN con el Sr. Verne, y aunque el resultado parecía evidenciar una clara relación de consanguinidad entre ambos, no fui notificado de ello. Seis meses más tarde, en diciembre de 2013, se recibió una carta en el hogar de mi padre en Panamá, informando del hecho.
En ese momento me encontraba en Panamá y mi padre me dio a leer la carta, que estaba dirigida a él y no a mi. La información contenida en la carta captó inmediatamente mi atención, pues parecía tener carácter científico y serio, por lo que a mi regreso a New York contacté a un grupo de abogados en Puerto Rico. Les di los datos necesarios para que comunicaran al Sr. Verne mi propósito de realizarme la prueba de paternidad que ya él había solicitado previamente.
Los abogados localizaron al Sr. Verne y se hicieron los arreglos logísticos para que tanto él, como su madre y yo, concurrímos a un laboratorio a realizarnos una prueba de ADN. Esas pruebas se lograron en Febrero del 2014 y los resultados fueron concluyentes: Joseph Verne, varón de 39 años de edad, es mi hijo biológico. La convicción de Joseph resultó ser verdad y yo, desde luego, estaba equivocado al haber considerado que no existía esa posibilidad.
Aunque nada podrá jamás aplacar mi vergüenza con él y conmigo mismo, nos reunimos en marzo del 2014 y desde entonces hemos mantenido una comunicación óptima incluyendo a mi nieta, una brillante joven de 13 años.
En agosto de este año los llevé a Panamá, para que conocieran a mi padre, mi país, mis amigos y mis orígenes, que de alguna manera son también los de ellos. Estamos en el proceso de normalizar en lo posible la situación, en lo personal y legal, entendiendo que es una tarea que durará hasta el día de nuestra muerte.
Todavía me resulta difícil creer y asimilar lo ocurrido y aunque me continúa atormentado el hecho de no haber asumido antes la responsabilidad que me correspondía en esta situación, el contacto que tenemos y que hemos ido aumentando tanto en tiempo como en intensidad nos ha llevado a considerar con regocijo las nuevas posibilidades que nos ofrece este súbito giro en nuestras vidas.
He querido esperar hasta ahora para hacer este anuncio, porque deseaba un tiempo de tranquilidad para nosotros, que nos permitiera establecer la necesaria y deseada conexión entre ambos. No quise hacer un anuncio público sin haber establecido la base para una relación real entre los dos. Como comprenderán, la situación no resulta fácil de administrar para nadie.
Tal como siempre he manejado mis cosas, considero que este es un asunto personal que será atendido de forma privada, como corresponde, especialmente cuando se trata de un hecho ocurrido hace 39 años, con la dificultad que conlleva el manejo de memorias distintas y la imposibilidad de probar adecuadamente cualquiera de las versiones existentes.
Por otro lado, no voy a contribuir al desarrollo de ninguna acción ajena a nosotros, que vaya a incomodar a mi esposa, a mi nieta, a Joseph, a su madre, al Sr. Verne ni a nuestras familias, participando en programas o entrevistas que solo buscan satisfacer morbos y obtener así ventajas comerciales. No pienso hacer ninguna otra declaración pública sobre el tema. Joseph y yo consideramos que este anuncio público es claro y suficiente.
En el plano íntimo, pretendo hacer todo lo que sea necesario para mitigar las consecuencias adversas de un hecho acontecido hace muchos años, y que por mi terquedad y aprehensiones no fue atendido de la manera correcta. Creo que nunca es tarde para corregir un error. Así lo establecí también a través de una comunicación personal con la señora madre de Joseph, incluyendo al Sr. Verne, quienes le criaron y cuidaron de una forma muy correcta. A ellos les debo mi agradecimiento eterno y mi absoluta expresión de vergüenza, por no haber considerado posible lo que ahora ha sido demostrado. La crianza de mi hijo la debí compartir con ellos.
Me queda el resto de vida que tengo para tratar de complementar, en lo posible, lo que ellos han hecho y desde luego, contribuir a la crianza y formación de mi nieta. Con ello también voy a mejorar mi propia formación y carácter, con las experiencias que solo este tipo de relación puede ofrecer a un ser humano.
De parte de todos nosotros, ¡felicidades y que tengan un próspero 2015!
Rubén Blades
31 de Diciembre, 2014