Comentarios sobre la designación de corrupto hecha a Juan Carlos Varela
¿Por dónde empezar este comentario, sobre un nuevo y público desenmascaramiento de la alegada corrupción de dos recientes expresidentes de Panamá?
Quizás lo más apropiado sea el señalar que no debe realmente sorprendernos. Resulta absurdo considerar que Ricardo Martinelli comenzó a corromperse solo después de la pública disputa con su entonces vicepresidente Juan Carlos Varela. Cuando la desavenencia entre ellos se produce, había transcurrido un año y medio de mandato y ya Martinelli andaba haciendo de las suyas. Varela, parte del Órgano Ejecutivo como vicepresidente, estaba demasiado cerca de Ricardo Martinelli como para no enterarse, ni oler sus actos de corrupción.
Y luego, a pesar de su distanciamiento con el presidente, resulta difícil para Varela probar que durante los siguientes tres años y medio que permaneció como parte del gobierno, no se enteró de la corrupción del presidente Martinelli y de sus hijos, de su aceptación del cobro de millones de dólares en sobornos y de los sobre costos artificiales en las licitaciones de obras públicas que terminaron en los bolsillos de funcionarios durante su administración conjunta con Martinelli.
Para Varela, su aparente silencio al no denunciar actividades dolosas lo convierte, en el menor de los casos, en alcahuete, y en el peor de los casos, en cómplice.
Hago énfasis en que el Secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, al declarar a Juan Carlos Varela como corrupto explica que su denuncia está basada en la actividad de Varela como vicepresidente.
El reciente anuncio del secretario de Estado norteamericano, declarándolo non grato en su territorio debido a su “comprobada corrupción por aceptar sobornos para la realización de obras públicas en Panamá”, no aclara en qué momento de sus cinco años como vicepresidente de Martinelli ocurrió el alegado cohecho, y tampoco identifica específicamente cuál de sus actos como funcionario público fue identificado por Estados Unidos como corrupto. En Panamá, las reacciones son diversas.
La acusación contra el expresidente Varela produce celebración entre los seguidores de Martinelli, pero para José Blandón, que aspira encabezar una alianza del Panameñismo con el partido "Cambio Democratico" y Rómulo Roux de vicepresidente, el asunto crea un mayúsculo problema de percepción: si no aplaude la acción de los Estados Unidos, guarda silencio, o defiende la alegada corrupta conducta de Juan Carlos Varela, una de las figuras más importantes de su partido, su credibilidad desciende al subsuelo, afectando su perfil electoral. Y de solidarizarse con la declaración norteamericana en contra de Varela, Blandón podría verse repudiado por su propio partido, dada la influencia que el expresidente Varela aún ejerce sobre su colectivo.
Cada vez que una de estas designaciones de corrupción lanzadas por el Secretario de Estado norteamericano estalla en Panamá, las repercusiones son inmensas porque afectan a muchísimos y variados intereses y crea diversas connotaciones. Por un lado, la denuncia podría afectar la aspiración de Blandón, de exigir ir a la cabeza de una alianza entre los partidos Cambio Democrático y el Panameñismo. Por otra parte, si Rómulo Roux rechaza de plano la aspiración de Blandón, de encabezar una nómina presidencial en alianza con el CD, señalando como un problema político su proximidad a Varela, este podría ripostar reclamándole a Rómulo Roux el haber apoyado al también designado como corrupto Ricardo Martinelli en el 2009-2014, y haber formado parte de los que lo habilitaron para el ejercicio de su corrupción desde el solio presidencial. No olvidemos que Rómulo Roux ingreso al CD aceptando el liderazgo de Ricardo Martinelli y que temporalmente fue su acólito, en momentos en que Martinelli ya estaba presuntamente envuelto en los ilícitos por los cuales ha sido formalmente acusado en Panamá y luego señalado como corrupto por autoridades de los Estados Unidos.
El señalamiento como corrupto hecho desde Estados Unidos en contra de Juan Carlos Varela favorece a los candidatos presidenciales Ricardo Lombana, Maribel Gordon y Martín Torrijos.
A Ricardo Lombana y a Maribel Gordon, porque subraya el innegable hecho de que como candidatos presidenciales no poseen un pasado político atado a la corrupción de partidos como “Cambio Democrático”, el “Panameñista”, o el “PRD”, ni pecados producto de una previa ocupación del Poder Ejecutivo.
También beneficia a Martín Torrijos, porque a pesar de que continúa siendo miembro del PRD, y aunque la compañía brasileña Odebrecht fue inicialmente contratada por su gobierno (2004/2009) para trabajos de infraestructura pública, hasta el presente su nombre continúa sin aparecer como sospechoso, o culpable, en las investigaciones que de manera exhaustiva han realizado diversos grupos de investigadores y entidades internacionales relacionadas a exigencias y/o pagos de sobornos atribuidos a esa compañía.
Aunque los enemigos políticos de Martín Torrijos continúen clamando por su inclusión en los señalamientos de corrupción hechos por el gobierno norteamericano, a diferencia de sus sucesores es el único expresidente en los últimos casi 20 años que no ha sido señalado, o acusado por Estados Unidos en relación con ilícitos cometidos durante su mandato. Ese hecho ayuda a sostener la credibilidad política de Martín Torrijos hacia la elección del 2024 y seguramente será utilizado por su campaña para subrayar una distinción entre él y la fauna política del PRD, para intentar disipar las dudas que persisten en un amplio sector del electorado sobre la sinceridad de su separación de las políticas de ese colectivo.
Para cerrar, y por la honestidad que exige la objetividad, tengo que referirme a un punto que muchos en nuestro país soslayan intencionalmente, o por ignorancia: hay actos en Panamá que aunque parezcan ilegales son permitidos por la ley. El expresidente Varela se defiende de las acusaciones provenientes del Norte argumentando que los millones de dólares que fueron entregados por la compañía Odebrecht a su partido Panameñista para patrocinar su candidatura a presidente no fueron sobornos, sino donaciones. Aunque es una explicación que luce absurda y sospechosa, hay que consultar si el sistema legal panameño permite o no que empresas extranjeras hagan donaciones a partidos políticos.
De no estar expresamente prohibida la actividad, entonces impera el principio del "nullum crimen, nulla poena sine lege", que por años nos repitieron profesores del Derecho Civil en nuestras clases universitarias: no hay delito sin una ley que así expresamente lo declare. Repito: la declaración del Secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken en contra del ex-presidente Juan Carlos Varela se concentra en su actividad como vicepresidente de Martinelli, y no abarca su periodo como presidente, hecho que en sí crea toda una serie de adicionales dudas y preguntas. Creo que ayudaría muchísimo si el gobierno de Estados Unidos hace pública la evidencia que tiene en contra del ex-presidente Varela. Acusaciones sin la presentación de evidencias que las apoyen no crean credibilidad, no importa cuán verosímil resulte la presunción de culpabilidad.
El caso de Abdul Waked y el posterior y aparente "mea culpa" del embajador norteamericano, John Feeley, admitiendo que las alegadas pruebas de sus supuestos delitos habían sido exageradas, es un precedente que crea el tipo de duda que favorece al escepticismo popular y anima al funcionario corrupto a invocar inocencias y declararse un perseguido político.
En Panamá, la acusación contra el expresidente Varela crea una gama de emociones, desde el agradecimiento a las autoridades de los Estados Unidos por ayudar a sostener al imperio de la ley, al presionar a un inconsistente y percibido nacionalmente como corrupto Órgano Judicial y forzarlo a denunciar, investigar y llevar a juicio a servidores públicos corruptos y a sus cómplices del sector privado panameño, hasta la vergüenza de reconocer que de no haber sido por actividades de investigación realizadas desde el extranjero, no hubiese sido posible, por iniciativa panameña, el iniciar y avanzar judicialmente casos en contra de actividades criminales, o ilícitos cometidos por supuestos servidores públicos, en contra de la economía nacional y del interés de nuestra población.
Felicitamos a todos los estamentos de investigación, panameños y extranjeros, públicos y privados, que laboran procurando identificar y llevar a la justicia a los corruptos, tanto del sector público como del sector privado.
Ojalá continúen los anuncios hechos por autoridades extranjeras, de Estados Unidos y de otros gobiernos, denunciando los actos de corrupción ocurridos en Panamá, e identificando a sus ejecutores. Esperamos que las pruebas de tales actos sean oportunamente presentadas por estas autoridades, de manera pública, para responder cualquier pregunta del público relacionada a la veracidad de la información suministrada. Ahora, por primera vez en décadas, de verdad parece que existe una voluntad para enfrentar y derrotar al sistema y esquema corrupto que controla e impide el verdadero desarrollo de la promesa que aún es Panamá y la correcta y honesta utilización y usufructo de sus inmensos recursos, naturales y humanos.
Rubén Blades
Jerez de la Frontera, Andalucía, España
15 de Julio, 2023
ACLARACIÓN:
A mis lectores y lectoras:
He recibido una corrección de parte de un periodista panameño indicándome lo siguiente:
¨En el anuncio enviado directamente por la Embajada norteamericana a los medios informativos panameños, informando sobre la prohibición de entrada a Estados Unidos a Juan Carlos Varela hecha por el Secretario de Estado Blinken, se explicaba que era por su participación en actos de corrupción realizados durante su vicepresidencia y su presidencia¨.
Esa no fue mi impresión inicial al leer la noticia anunciada internacionalmente y me disculpo.
De ser así, continúa nuestra ignorancia sobre cuáles fueron los actos corruptos alegadamente también cometidos por Juan Carlos Varela como presidente de la República de Panamá. O sea, de vice primero y ¿después también? ¿fue reincidente?
La bola pica y se extiende...
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