Mariano Rivera
El panameño Mariano Rivera acaba de ser elevado al Salón de la Fama del Baseball Norteamericano, de manera unánime. En ese insigne recinto, el total de miembros, antes de la reciente elección, era de solamente 323 personas y de ellas, 226 son peloteros.
El hecho de formar parte de un grupo tan exclusivo, considerando los miles de jugadores que ha tenido el baseball desde que fue organizado y que no han sido distinguidos de igual forma, resulta suficiente para celebrar su inclusión.
Pero si agregamos que es la primera vez en la historia de ese deporte que un pelotero recibe de manera unánime el voto de los escritores sobre el baseball de Estados Unidos para ser electo al Salón de la Fama del Baseball, se multiplica la admiración que produce la elección de Mariano Rivera.
Otro ejemplo que demuestra que los panameños no solo podemos competir y ganar, sino también establecer los parámetros del éxito hacia el futuro.
Mariano Rivera es, al presente, el mejor cerrador de baseball de todos los tiempos, sin tener que haber nacido en Estados Unidos para serlo.
Es un logro compartido con sus padres, que merecen también reconocimiento por su labor al criar a Mariano. El éxito nunca se produce aislado, de manera solitaria, única. Es consecuencia del esfuerzo de muchos factores que generalmente son ignorados, o nunca reconocidos. El éxito tiene una interioridad casi nunca examinada, ni destacada.
Seguramente que las personas que influyeron en su formación como ser humano contribuyeron a formar el espíritu que supo dirigir e impulsar a la destreza y el talento físico que lo hizo único como lanzador.
La mera capacidad no resulta suficiente: espiritualmente se tiene que contar con la fortaleza interna que nos impulsa a enfrentar dificultades, entenderlas, vencerlas y asumir los resultados con sobriedad y honor. Como sus padres, su esposa, familiares y amigos también tienen una enorme importancia en el desarrollo del éxito de Mariano. Fueron y aún son el piso, su estructura de apoyo y seguridad, el lugar donde siempre estará seguro, donde espera verdad, confianza y la realidad constante de un afecto a prueba de dinero, halagos y de vanidosas tentaciones.
Tuve el honor de conocerlo desde hace algún tiempo y siempre lo he notado correcto, modesto, callado, imperturbable.
Mucha alegría y satisfacción me da el que haya sido reconocido por su grandeza, como deportista y como ser humano. Se une a otro gran atleta nacido en Panamá, Rod Carew, quien también a través de sencillez, astucia, inteligencia, esfuerzo y sacrificio se convirtió en el primer panameño en ingresar al venerable Salon de la Fama. Rod Carew es uno de esos seres verdaderamente grandes, ¡tremenda persona!
Espero que el ejemplo de Mariano, unido al de Carew, sirvan para aclararle a los que denigran a nuestro país con sus actos de corrupción que no todos somos como ellos, ni formamos parte de una supuesta inevitabilidad para ser corruptos. Que cuando alguien, para explicar nuestra falta de civismo nos diga, "es que en Panamá somos así", le respondamos que no todos, y le agreguemos: "en Panamá podemos ser como Mariano".
Felicitaciones a Mariano Rivera, a toda su familia y a Puerto Caimito.
¡Amor y Control!
Rubén Blades
23 de enero, 2019