Venezuela en tres y dos
El principal problema que enfrentan los pueblos latinoamericanos es la institucionalización de la corrupción. Panamá, Venezuela, México, Brasil, casi ninguno escapa de las garras de los políticos. Esta aberración se produce cuando los intereses personales se presentan bajo el disfraz de soluciones, y son electos por voto popular.
Al llegar al poder, en lugar de cumplir las promesas electorales, utilizan la posición para crear mecanismos que favorezcan la codicia de personas, de partidos o de castas, y legalizan lo usurpado creando leyes que les permitan delinquir y que ofrezcan impunidad frente a las demandas de terceros. En Venezuela, Nicolás Maduro, desconociendo la voluntad popular que eligió a los diputados del Órgano Legislativo, creó su propia versión de un estado espurio, para "legitimar” sus desafueros. Nombró una Corte Suprema desnaturalizada, que acepta la voluntad de un presidente supuestamente electo por derecho, que no es más que un dictador de hecho.
Hoy leo en las noticias que el presidente del Órgano Legislativo, Juan Guaidó, electo en ese cargo legítimamente, apelando a un recurso constitucional, se ha presentado como el nuevo presidente interino de Venezuela, desconociendo la autoridad de Nicolás Maduro, a quien considera un vulgar usurpador del Ejecutivo. Tal parece que la obstinación del régimen de Maduro no dejó otro recurso de acción a la ciudadanía de Venezuela, fuera de la violencia abierta. Cualquier otro recurso legal había sido conculcado por el aparato de gobierno creado por Maduro. Los actos de su gobierno, empezando por la violencia contra los disidentes y contra un organismo electo por el voto directo de los venezolanos, lo descalifica inmediatamente y efectivamente lo ubica como alguien que ha desconocido la Constitución y la voluntad del país. Cualquier persona que analice la situación de manera objetiva, llegará a la misma conclusión: parece que no hay otras salidas pacíficas a la insostenible situación por la que atraviesa el pueblo venezolano.
Pienso que la ciudadanía debe apoyar cualquier propuesta razonable, si ésta va dirigida a evitar que empeore la desgracia que hoy vive Venezuela. Y debe permanecer alerta para que una vez que se haya restituido la democracia plena, se produzca un acuerdo entre todos los venezolanos, por ellos, para ellos, por el país. Frente a una realidad como la que enfrenta Venezuela, es bienvenida la aparición de propuestas que puedan representar y unificar a las almas que se oponen a la dictadura de hecho del "presidente" Maduro. En este momento, parece que el fiel de la balanza está en el ejército venezolano. ¿Será capaz de sobreponerse a las órdenes de los corruptos, que no desean que se produzcan los cambios que el país necesita para recobrar la paz, normalizar su diario vivir y devolver legitimidad a sus estructuras administrativas? ¿Continuará el ejército sirviendo de alcahuete a la mentira y a la corrupción que ahoga a Venezuela hoy? Les recuerdo que en el largo plazo, el actual estado de situación también les perjudica a ellos mismos, a sus familias, a sus amigos.
Venezuela necesita nuestro respaldo.
El futuro del pueblo no es Maduro.
APOYA A VENEZUELA. NO TE CALLES.
Rubén Blades
23 de enero, 2019